La minería ilegal a cielo abierto en el Bajo Cauca Antioqueño, especialmente en la región circundante al Río Cauca entre Zaragoza y Nechí, representa un fenómeno complejo. Este desafío afecta tanto a la institucionalidad departamental como nacional

Esta zona, notable por ser una de las más grandes en minería a cielo abierto del país, ha estado bajo el control de grupos armados ilegales como el Clan del Golfo, el ELN y las disidencias de las Farc. La presencia de estos grupos ha agregado una capa de complejidad a la situación, pues controlan la minería en la cuenca del río, exacerbando los desafíos para la gobernabilidad y la legalidad en la región.

Históricamente, el oro ha sido un recurso natural prominente en estas tierras, con registros que se remontan al siglo XVI, cuando Cáceres, Remedios y Segovia eran centros importantes de explotación intensiva de oro en Colombia. Sin embargo, la minería en el Bajo Cauca difiere de otras zonas del país, ya que se centra en la minería aluvial, una práctica de extracción a cielo abierto de arenas y gravillas en ríos y playas para obtener oro. Esta técnica no solo ha atraído a miles de personas dedicadas a la minería de subsistencia sino también ha promovido el uso de maquinaria pesada, especialmente después de que el precio internacional del oro superara los 1.700 dólares por onza en 2019 y continuara con su crecimiento en los últimos años.

El impacto de la minería ilegal en la región es profundo, tanto ambiental como socialmente. Durante décadas, esta actividad ha operado sin control ambiental ni seguimiento por parte de las autoridades ambientales. Esta falta de regulación ha llevado a la degradación del medio ambiente, afectando los ecosistemas locales y la salud de las comunidades circundantes.

La rentabilidad de la minería, donde tres o cuatro días de trabajo pueden generar entre $30 y $40 millones por socavón, ha cambiado la dinámica económica y social del Bajo Cauca. La agricultura, tradicionalmente una ocupación principal, ha sido dejada de lado, ya que la extracción de un gramo de oro al día puede generar ingresos significativos de hasta $300.000 por trabajador, superando los rendimientos de la agricultura en la región. Este cambio ha alterado profundamente la estructura y el tejido social de la región, priorizando la minería rápida y a menudo ilegal sobre las prácticas agrícolas sostenibles y tradicionales.


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